El preserva las almas de sus santos; de mano de los impíos los libra. Observemos que aquí hay dos partes de protección divina: preservación y liberación. La preservación es guardar para que no ocurra peligro; la liberación hace referencia a los que ya se hallan en peligro. El pastor guarda sus ovejas no sea que caigan en las fauces del lobo; pero, caso de que esto ocurra, persigue al lobo y las libra.
Las dos partes, muestra el profeta, nos persuaden de que es el Señor el que guarda las almas de, sus santos para que no caigan en las manos de los malos; y si caen, El los librará. Musculus
El que los libra de manos de los impíos. No es compatible con la gloria de su nombre el entregar al poder de sus enemigos a aquellos que han pasado a ser sus amigos por la gracia. Puede dejar los cuerpos de los santos perseguidos en las manos de los impíos, pero no sus almas; éstas le son muy queridas, y El las preserva seguras en su seno. Esto anuncia para la iglesia una temporada de lucha con los poderes de las tinieblas, pero el Señor la preservará y la traerá a la luz. C. H. S.
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