¡Jehová reina!



¡Jehová reina!

¿Qué importa la opinión de los hombres, que pueden estar contra mí o en favor mío, que pueden seguirme o abandonarme? ¿Para qué hablar de perspectivas o probabilidades, o de apoyo derivado de la riqueza o del poder, o de las defecciones de amigos con cuya simpatía y ayuda contaba?
«¡Jehová reina!»
Hay luz aquí para todo camino, con tal que yo siga a Cristo, ande por la senda estrecha. Sólo cuenta para mi estar seguro de que, en este y todos los aspectos, yo estoy al lado del Señor y en su camino, y con esto me basta. Alfred Edersheim, en «The Golden Diarv ofHeart Converse with Jesus in the Book of Psalms»

«Que nadie tema el infierno; que nadie se inquiete a causa de los demonios.» Que el más humilde y pobre del pueblo de Dios, aunque sólo sea tierra, se regocije en esto: Jehová reina

Ahora todo debe inclinarse, someterse a la ley, régimen y voluntad de Dios. Ningún hombre dirá ya: esto será así porque yo quiero; no se hallará corazón o lengua que se mueva contra el dominio del Señor. William Sedgwick, en «Sorne Flashes of Lightnings of the Son of Man»

El que se halló delante del juez, el que recibió los golpes, el que fue azotado, a quien escupieron y a quien coronaron de espinas; el que fue golpeado a puñadas, el que fue enterrado, El mismo resucitó de los muertos. El Señor reina. Que los reinos se agiten en su furor tanto como quieran;  AGUSTÍN

Estoy contento de que Cristo sea el Señor de todo, pues de otro modo no tendría la menor esperanza, dice Moconius en una carta a Calvino cuando considera los enemigos que tiene la iglesia. John Trapp

Cuando Bulstrode Whitelock se embarcó como enviado de Cromwell a Suecia, en 1635, estaba muy preocupado, mientras descansaba en Harwich la noche precedente, que fue muy tormentosa, al pensar en la condición trastornada de la nación.

Sucedió que un siervo de confianza dormía en la cama adyacente, el cual, viendo que su amo no podía dormir, al fin le dijo: «Señor, ¿me da permiso para que le haga una pregunta?»

«Sin duda.»

«Dígame, ¿cree que Dios gobernó bien al mundo antes de que usted viniera al mismo?»

«Sin duda.»

«Y dígame, señor, ¿cree que lo gobernará igualmente bien cuando usted se marche de él?» «Ciertamente.»

«Entonces, perdone, pero ¿no cree que Él lo gobernará bien también en tanto que usted viva?»

A esta pregunta Whitelock no dio respuesta; pero, dando media vuelta, se durmió profundamente, hasta que le llamaron para embarcarse. G. S. Bowes, en «Illustrative Gatherings»

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