Tus consolaciones alegran mi alma

Tus consolaciones alegran mi alma

 Tus consolaciones alegran mi alma. El pequeño mundo dentro de nosotros, como el gran mundo fuera, está lleno de confusión y de lucha; pero cuando Jesús entra en él y susurra: «Paz a ti», hay calma, sí, un trance de felicidad. Apartémonos de contemplar la lastimosa opresión del hombre y la predominancia presente de los impíos y veremos este santuario de puro reposo que se halla en el Dios de toda consolación. C. H. S.

Tus consolaciones; las consolaciones que obtenemos del Señor Jesucristo; de mirarle, considerarle a El; pensar en su persona, sus cargos, su sangre y su justicia e intercesión, exaltación y gloria, y, su segunda venida; nuestro encuentro con El, el verle y ser como El.

Tus consolaciones; las consolaciones que vienen del espíritu santo, «el Consolador»; cuando El nos abre las Escrituras, nos habla por medio de las ceremonias y las ordenanzas; da testimonio dentro de nosotros de nuestra adopción por Dios; revelándose en su obra de gracia en nuestros corazones; capacitándonos para ver esta obra y para ver en ella el amor especial de Dios hacia nosotros; no abriendo para nosotros el Libro de la vida y mostrándonos nuestros nombres en él, pero haciendo algo que nos alegra tanto como si abriera el Libro; mostrándonos la mano de Dios en nuestras propias almas -su mano salvadora-, su mano que se hace cargo de los suyos; haciéndonos sentir, al asirnos, su amor, y que nunca nos abandonará. Charles Bradley

Jerjes ofreció grandes recompensas a aquel que pudiera hallar un placer nuevo; pero los consuelos del Espíritu son satisfactorios, restablecen el corazón. Hay tanta diferencia entre las consolaciones celestiales y las terrenales como en un banquete saboreado y uno que está pintado en la pared. Thomas Wattson


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